El primer paso en tu autoestima


El camino del amor es un constante aprendizaje, una vía en la cual nos reciclamos continuamente. Sin protesta alguna, el amor es y será la fuerza que mueve al mundo, el motor que nos impulsa a la vida. De todos los amores que experimentamos, el amor de padres a hijos es único y eterno, no pasa de moda, es incondicional. Y en nuestra interminable evolución personal, también conoceremos un amor producto de la ilusión y el romance entre dos personas. El sueño imprescindible de una vida en común con el ser amado se va convirtiendo con el paso de los años, en una idea recurrente para sentirnos plenos emocionalmente. Menuda pretensión por nuestra parte, pero aquí nace el dicho: "para que alguien te ame... ámate tú primero".
Difícil tarea de explicar. ¿Cómo hacemos para amarnos a nosotros mismos? Y es que cada uno tiene formas distintas de hacerlo, nos demos cuenta o no. Uno de los pasos para amarse es aceptarse de forma natural y sin críticas o sarcasmos por cómo somos en realidad, ya que vivimos debatiéndonos entre lo que somos, lo que deberíamos ser y lo que nos gustaría ser.
El hecho de la aceptación no es conformarse o sentirse víctima, es cultivar la humildad para saber reconocer que tenemos debilidades y que podemos transformarlas si nos damos a la tarea, lo que significa trabajar con las cualidades, los valores, los sueños, las metas, entre otros, que cada uno de nosotros tiene, poniendo un stop o desenfocándonos de todo aquello que nos quejamos constantemente. Suavizar o manejar de otra forma lo que no nos agrada de nosotros, de nuestro comportamiento, puede ser un paso pequeño pero a la vez gigante en la conquista del amor hacia uno mismo.
El brillo de nuestra autoaceptación nos permitirá tener confianza en nosotros y lo que podemos lograr, esto será lo que de forma natural se expandirá y transmitiremos hacia los demás. Esa confianza es amarse. Y cuando nos enamoramos esta confianza reforzará nuestra identidad, sabremos elegir la felicidad y esquivar o desistir del que busque lastimarnos, limitarnos o denigrarnos. El amor de pareja es tu propia leyenda, el autor eres tú y, por lo tanto, sólo tuya es la responsabilidad de vivirlo de una forma sana y constructiva. 

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