Desprenderse de pensamientos dañinos mejora la autoestima


Valorarnos con nuestras fortalezas y debilidades es un aprendizaje constante que implica no sólo reconocernos como seres humanos imperfectos, sino también capaces de corregir, transformar y volver a empezar.
La autoestima no sólo está ligada al hecho de amarnos y valorarnos, pues encubre más que eso. Recordemos que desde nuestra concepción, nuestro mundo interior ha ido captando el ambiente emocional materno, paterno, familiar y social. A medida que nos hemos desarrollado con el paso de los años, hemos ido aprendiendo a confrontar y asumir los acontecimientos de la vida. Es aquí donde manifestamos la gran influencia que ejerce nuestras formas de pensamiento en el comportamiento habitual. Estas ideas que nos acompañan pueden ser positivas, pero también negativas (dañinas) y hasta cierto punto, determinaran e incluso moldearan nuestro comportamiento diario.
Una forma de identificar cuáles son nuestros estilos al pensar bien o pensar mal, es observar qué palabras nos decimos bajo circunstancias difíciles. El uso constante de estos pensamientos:
- “No sirvo para esto”.
- “Siempre es lo mismo”.
- “Nunca aprenderé”.
- "Siempre me pasa a mi".
- "Nunca lo haré bien", etc. dañan el desarrollo sano de la autoestima, ya que las palabras “no, siempre y nunca” limitan y anulan la posibilidad de un cambio productivo en nuestra mente, por eso se recomienda evitar su uso y en el caso del “no” sustituirlo por el “sin”.
La propia exploración que hagamos a las formas en que nos hablamos y tratamos nos ayudará a iniciar un primer cambio en nuestra autoestima.
Si los pensamientos dañinos son ideas que nacen con nosotros, somos entonces los responsables de cambiarlos.